¡Hola a todos!
Usteden disculpen el retraso de las publicaciones de las últimas semanas, pero es que no tengo tiempo ni para peinarme (literalmente me voy al trabajo siempre con coleta...), pero lo prometido es deuda, y mejor tarde que nunca, hoy he sacado 20 minutos para contaros qué tal la última semana de mi reto sin azúcar y sin harinas refinadas y qué tal es mi dieta ahora, una semana y media después.
Este trance (eso ha sido para mí), ha supuesto para mí el cambio en mi vida, EL CAMBIO. Siempre he sufrido con mi delicadeza en el estómago, antes de descubrir que era intolerante a la lactosa por razones obvias, y porque siempre que me he puesto nerviosa, mi salud digestiva se ha resentido. He acabado teniendo diarreas, náuseas, períodos de estreñimiento alternados con períodos de diarrea... No encontraba estabilidad. Con la dieta sin lactosa mi situación mejoró bastante pero los nervios seguían ahí, y además, me iba dando cuenta, porque parece que el cuerpo mismo te hace conectar contigo misma por dentro y conocerte mejor en situaciones así, de que habían ciertas cosas que irritaban mi intestino y mis logros comiendo sin lactosa, desaparecían.
Pero, ¿sabéis? con la dieta que he estado siguiendo estos 30 días, dejando de lado el azúcar refinado, bollería industrial (aunque fuese sin lactosa), lácteos, fritos y harinas refinadas, mi cuerpo se ha reseteado y ahora me encuentro mejor que nunca. En este mes, además de recuperar la salud intestinal, la regularidad y el buen ánimo y color de cara, he perdido algunos kilos que tampoco me molestaban al comenzar, pero mi cuerpo no los necesitaba. Actualmente me encuentro en 53 kg, que para mi 1.60m, está genial. Me siento mejor y me veo mejor.
Mi dieta ahora no excluye el 100% de los azúcares, pues ahora de vez en cuando me tomo un zumo o una galleta con chocolate (incluso una onza de chocolate valor con almendras), pero he enseñado a mi cuerpo a no depender de ello y lo tomo como algo puntual. El cuerpo no me exige consumir azúcar y eso es lo mejor, que me he desintoxicado gracias a estos 30 días.
Intento comer todos los días según la dieta mediterránea y cenar todas las noches verdura al vapor con algo de acompañamiento como pavo, pollo, huevo, atún... Y no me dejo mi cucharadita de semillas de lino, que también funcionan bien para el buen funcionamiento del sistema digestivo, aporta omega 3, vitaminas, minerales y fibra.
Ojalá este reto pueda ayudar a alguien, que habiendo agotado posibilidades como yo hice, desee darle una oportunidad a la dieta sin azúcar y sin harina refinada. Ojalá todos lleguemos a un punto en el que no seamos esclavos de lo que tanto daño nos hace, y que tan en silencio se mantiene... Porque el azúcar es la droga de la alimentación del siglo XXI.
Nos vemos pronto, bonitos.
¡Muá!
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